Flavio Bánterla es un músico italiano afincado en Gipuzkoa. Su primer disco en solitario, “Mystic Pop” (Warner / BMG 2018) es “un debut de canciones ensoñadoras en las que el pop se fusiona con elementos electrónicos para llegar a las puertas de lo místico e inalcanzable en L.I.G.O., su tema más escuchado en las plataformas de streaming […] Gustará a los amantes de las canciones bonitas sin demasiados rodeos y a aquellos seguidores de los sonidos sencillos a la vez que magicos” (A.B. – Mondosonoro). Inmerso en la gira “Yoga Tour 2019” por centros de Yoga y meditación, recientemente actúa en el congreso de astrofísica “GR22/AMALDI13”, presenta el disco en el programa Siglo21 y en la fiesta del Día internacional de los Museos organizada por Radio 3.
¿Pop místico? Algo de eso habrá, especialmente cuando el nombre que se repite a la hora de situar la música de Flavio Bánterla es el del maestro Franco Battiato, una de las figuras más originales de la cultura en Italia en las últimas décadas.
Su etapa más conocida, la condensada en Battiato canta en español, que es el recopilatorio La estación de los amores, parece grabada a fuego en el imaginario de Bánterla. También italiano, pero instalado en España, Bánterla se había dejado oír en otros proyectos como El Otro Árbol. Ahora presenta su primer disco en solitario, mayormente cantado en español, con alguna puntual concesión a su idioma natal.
Son otros tiempos muy distintos de aquellos ochenta en los que una aparición en televisión era suficiente para lanzar a un artista al estrellato. Pero más allá de la coyuntura, hay motivos de sobra para que Bánterla demande la atención del público masivo con este álbum conceptual sobre un viajero interplanetario en busca de la paz.
En lo puramente formal, el suyo es un pop para todos los públicos, tal vez demasiado inteligente para lo que estamos acostumbrados de un tiempo a esta parte. Esta nos deja melodías excelentes, con unos cuidados arreglos de cuerda y piano que contrastan con el sencillo tratamiento rítmico, los motivos electrónicos y una producción que tiende hacia lo grandilocuente, en ocasiones un poquillo hortera. Otra vez Battiato y los ochenta…
Según afirmaba Bánterla, hay días en los que cree “posible cambiar el rumbo del universo” y que además se esfuerza “al máximo por conseguirlo”. En realidad, con que fuera capaz de cambiar el rumbo de la música que domina las listas de ventas en España nos daríamos con un canto en los dientes. (LINK al artículo)
[…] Flavio Bánterla cogió el testigo y lo subió a la estratosfera. Sus canciones fueron siderales, repletas de elegancia y buen hacer. En formato trío -mas una violinista que echó una mano en algunos pasajes- y con una felicidad contagiosa, sus piezas sonaron a medio camino entre Franco Battiato y los Flaming Lips. Unos tonos llenos de fuerza y con una voz sobresaliente que confirmaron la potencia festivalera de esta propuesta única. […]
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La noche iba de oscuridades. El montaje lumínico, diferente a la primera jornada, con ese fondo iluminado en rojo, ahondaba en ello. Pero tuvo su momento luminoso con Flavio Bánterla y su amplia banda. El italiano afincado en nuestras tierras se hizo acompañar por una banda de siete músicos. Ahí es nada. Teclista, disparador de clips musicales, batería, bajo y tres violinistas. Ellas, de negro, y él, de blanco, subieron al escenario descalzos. Toda una declaración de intenciones. Un total desconocido para nosotros (de eso iba la noche), nos sorprendió con un inicio fulgurante. Una canción pegadiza, sencilla y labrada a la vez. Y con toda esa amalgama de sonidos bien conjuntados, sonaba de diez. Como desconocido que era, Bánterla, guitarra acústica en mano, habló entre canción y canción. Sus canciones son puro Pop. Así de simple. Y así de complicado. A tres cuartos de concierto nos pareció aquello una especie Donosti Sound evolucionado. Pero no el Donosti Sound de los Duncan Dhu. El Donosti Sound de La Buena Vida. Con esas canciones donde habla del amor múltiple, del yo-ismo, o de ondas gravitacionales con un toque melancólico que, paradojas de la música, te deja con un buenrollismo de cuidado. Flavio juega a eso, a dejar buen rollo. Hacia el final giró su estilo con canciones en italiano y, como un enviado de otra dimensión, cantó una profunda balada con el único acompañamiento de violines y una bailarina a su alrededor. Dos partes de un mismo todo. Aseguró que volvería a ofrecer un concierto como ese. (LINK al artículo)